sábado, 29 de septiembre de 2007

JULIO LARREA, UN HOMBRE, UN NOMBRE Y UNA OBRA EN LA EDUCACIÓN MUNDIAL

En la mitad del mundo, allí donde todos los caminos se entrecruzan , en la tierra siempre verde y de sol ardiente atemperado por la alta meseta andina y las nieves impolutas de la deslumbrante cadena de volcanes extinguidos, en la tierra de la eterna primavera , en esa tierra de contrastes agudos que configuran paisajes de inefable belleza, en el Ecuador, nació en 1904, vivió y luchó denodadamente por la libertad, por la justicia, por la democracia, Julio Larrea, adalid quijotesco de la causa educativa a alto nivel científico y técnico a favor de las grandes masas de la inmensa y rica América, con la sana inspiración de construir un genuino Mundo Nuevo.

Aprendió en su propio hogar, guiado por las sabias, profundas y bellas enseñanzas de su padre, el celebrado educador ecuatoriano Alejandro Larrea Fonseca, cuyo nombre lleva una de las escuelas más populosas de la Provincia de Pichincha, el mensaje redentor del Gran Libertador Simón Bolívar, el sentido de la lucha denodada de Juan Montalvo en contra de la tiranía , expresada en la más bella prosa en lengua española del siglo XIX, la acción civilizadora de Vicente Rocafuerte y la admiración activa por Eloy Alfaro, el General que heroicamente estableció en el Ecuador el laicismo del Estado . Y fue también en ese hogar donde se rendía activo culto a las ideas, a la ética, a la solidaridad, unido a la diaria práctica de maneras refinadas y corteses , en el que también su madre, la distinguida dama Griselda Estrella , forjó su indoblegable voluntad de lucha en defensa de lo que estimó justo, bello y bueno.

Dotado de una prodigiosa imaginación revelada desde su más tierna infancia en fantásticas recreaciones de cuentos infantiles que deslumbraban a niños mayores que él, ella inspiró toda su original obra de escritor, educador y pedagogo y le llevó a fundar y a dirigir su propia Revista de Educación y Cultura NUEVA ERA, “ una epopeya publicitaria sin ejemplo” - en juicio del pedagogo español Santiago Hernández Ruiz -, “pues” –continúa –“ sólo el que anda en estas cosas de publicidad sabe lo que es sostener la mejor Revista Pedagógica del mundo a fuerza de pura voluntad y trabajo, en lucha desesperada con el huidizo centavo”. Obra creadora singular por la que lo definió como “titán de la educación”.

Vivió siempre en contacto con libros, primero de la rica biblioteca de obras notables que fue formando su padre a lo largo de su extensa vida, obras notables tanto en el aspecto cultural general y científico como en el pedagógico acerca del contenido de las cuales discutían padre e hijo diariamente sobre la formación de criterios que trataran de relacionar la experiencia viva con las ideas directrices de las teorías más audaces. Y más tarde, de su propia biblioteca que la inició a edad muy temprana y que acrecentó durante toda su vida – tanto dentro como fuera del Ecuador –hasta llegar a poseer una de las más selectas y ricas bibliotecas pedagógicas privadas de la América Latina, con gran cantidad de publicaciones enviadas por sus autores con muy altas y elocuentes dedicatorias de reconocimiento a su ciclópea labor publicitaria tanto de su famosa Revista como de sus treinta libros estimados como contribuciones originales en su materia.

Los ricos sucesos de EL QUIJOTE se grabaron en su mente desde niño, por ser el libro predilecto de su padre quien se lo leía noche a noche y le agregaba su enjundioso y luminoso comentario, ayudando a conformar su buen hablar y su temprana vocación de escritor y de defensor de ideales aún fuera de su Patria y a los que se mantuvo fiel hasta su muerte. Ideales sostenidos con la práctica de lo que él llamaba “disciplina heroica” para vivirlos a plenitud como esencias mismas del ser, hasta constituir uno de los más gallardos ejemplos de Hombre íntegro, inmenso y único en la Historia de la Educación.
Ningún educador americano como él para ofrendar su vida recorriendo palmo a palmo los caminos de la dolorida América, para acoger y difundir generosamente en NUEVA ERA el pensamiento de tantos pensadores y educadores de ambos lados del Atlántico, para llevar hasta los últimos rincones su lección de fe, de confianza, de optimismo en los destinos altos del hombre, para iluminar con su palabra densa, vívida, elocuente y certera los más complejos problemas de la educación, de la cultura, de la sociología y de la política como ciencia, y para expresar sin ambages su verbo viril, potente y sin transacciones frente al descarrío y a la traición.

Consagró todo su genio sostenido por una férrea voluntad a bregar y a luchar por una América “librada de la ignorancia, del mercantilismo, de la abyección, de la rutina, de la tendencia a parecer y no a ser, del seguimiento a moldes o modelos, de la subvaloración de lo americano y de toda clase de tiranías “, como él lo estampó en letras indelebles en la Dedicatoria de su voluminosa y más polémica obra titulada DIDÁCTICA DE LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLAS (UTEHA., México, D.F.,1961. 450 p.).

Atahuallpa, Espejo, Sucre, Montalvo, Alfaro, del Ecuador; Cuáuthemoc, Hidalgo, Benito Juárez, Zapata, de México; José Martí, de Cuba; Moreno y Alberdi, de la Argentina; Rodó, del Uruguay, inspirados y conducidos todos en su penetración en el cielo rebelde por el Genio Augusto de la Raza, el Libertador Simón Bolívar, fueron los arquetipos de nacionalidad americana y universal que conformaron las esencias más prístinas de su vida y de su obra de educador nato.

“Laborar es orar y amar a Dios” solía repetir cada mañana gozando a plenitud la llegada de un nuevo día. Y ésa fue su religión de siempre. No hubo jornada de su larga existencia en que no haya escrito o más frecuentemente dictado su luminoso pensamiento expresado con el estilo del insigne escritor que era, en prosa bien castigada, sin ripios, firme, certera, directa y elegante, con períodos extensos y llenos de intercalados que iban matizando y redondeando las ideas profundas, originales y equilibradas, alternados con otros breves y sintetizadores. Jamás revisaba lo dictado ya que tenía la firme convicción de haberlo meditado profundamente. Su lectura de autores era lenta porque para él leer era retener y entrar en diálogo vivo con las ideas. Su prodigiosa memoria le permitía mantener lo leído por meses y años y reproducirlo con sorprendente exactitud. En contraste, sus propias ideas fluían rápidamente, y así se iban formando página sobre página, libros voluminosos sin hacer borrador.

Desde sus años de alumno del Normal “JUAN MONTALVO” Larrea comenzó a colaborar en los periódicos de Quito. EL COMERCIO publicó su primer artículo a los dieciséis años. Durante su residencia en la ciudad de Cuenca como Profesor del Colegio Normal “MANUEL J. CALLE”, escribía cuatro artículos diarios que se publicaban en EL MERCURIO, “DIARIO DEL SUR”, de esa ciudad y en “EL DÍA”, “LA TIERRA” y el mencionado “EL COMERCIO” artículos que reproducía EL TELEGRAFO, de Guayaquil. A los veinticinco años ya era un intelectual de fuste.

Su acción pedagógica en Cuenca, fue evocada por el Profesor Gilberto Molina Correa así : “Fue mi Profesor en el primer curso.Era alto, elegante, con un excelente gusto en la elección de sus corbatas. Fue un docente singular, con una inteligencia prodigiosa, una ilustración vastísima, una personalidad ejecutiva con dinamismo funcional ciertamente admirables. Es un pionero de la Reforma Educativa en nuestro país. Sus libros son un documental terminante, su cátedra fue ejemplar. Era un pedagogo de acción y pasión edificantes”.

Ya con su propio nombre, ya con una variedad de seudónimos como los de Jean Maurois, John Taylor, Gonzalo González, Altamira, Licenciado Vidriera, y, en los últimos diez años de su vida el de Juan Fernández en sus memorables ensayos referidos a problemas políticos, socioeconómicos y educativos del Continente aparecidos en CUADERNOS AMERICANOS, de México, escribió siempre fustigando a dictaduras oprobiosas, elevando al habitante a la condición de ciudadano, corrigiendo errores acuñados como aciertos por seudo líderes del pensamiento y denunciando la traición a los más nobles intereses del género humano, con su inconfundible pluma macho, como la definiera su compatriota Justino Cornejo.

Inclaudicable defensor de ideas pedagógicas renovadoras las defendió con tanta razón y pasión como para enfrentar al general Telmo Paz y Miño, Rector del Colegio “JUAN MONTALVO” quien lo canceló por defender un nuevo concepto de disciplina escolar, como lo recuerda el notable empresario ecuatoriano Aurelio Granda Centeno, en los siguientes términos:

“Mi brillante y querido amigo Julio no fue solamente mi Profesor, sino mi Maestro en la integridad del término. Además de enseñar Gramática y Literatura Españolas, supo inculcar en sus discípulos principios morales, altura de miras en la vida y un enorme anhelo de superación. Todo esto no solamente a través de su palabra fluída y autorizada, sino de su ejemplo de ciudadano honorabilísimo....Entre mis amigos y Profesores, Julio fue para mí, tanto como un Hermano Mayor: mayor en la cultura, en la reciedumbre de su espíritu rebelde, en la lozanía de su mente clara y profunda y un hombre de una enorme lealtad a sus principios y a sus amigos. Dejó varias generaciones de discípulos, que siempre lo hemos recordado y recordaremos con profundo cariño, respeto y devoción espiritual.- Yo fui expulsado del Colegio Normal “Juan Montalvo”, del cual fue profesor benemérito y, por defenderme, se ganó la cobarde represalia de un “generalucho retirado”, que lo hizo cancelar. Como alumno de él, también he sido rebelde y sigo siéndolo contra lo que juzgo injusto, innoble o dictatorial.”
Ningún ecuatoriano fue tantas veces separado de sus cargos y ninguno recibió cesantías más honrosas para el auténtico vivir republicano. Frente a la sistemática acción persecutoria del Ejecutivo aún estando fuera del país, contratado como Profesor de planta en la Universidad de Chile, en las mismas condiciones que a Ferrater Mora, se levantó potente y justa la voz de la H. Cámara de Diputados del Ecuador que en su sesión del 14 de octubre de 1952 reconoció el singular valor filosófico , científico y técnico de su obra educativa tanto en el Ecuador como en el ámbito internacional. Volvió a pronunciarse en el mismo sentido en 1982.

En todos los países en los que actuó por invitación de sus gobiernos nacionales y de prestigiosas universidades, junto a la tarea de asesoramiento y docencia, en disciplinas fundamentales pedagógicas y también en Ciencias Políticas y Sociales que sirven de contexto indispensable al planteo y al estudio más analítico y a la resolución mejor orientados de los problemas educativos, unió siempre la actividad periodística desde las columnas de los más importantes diarios de las ciudades Capitales. Puede explicarse las fuerza de su estilo y el poder directo para expresar ideas en gran parte, a la acción periodística ágil y siempre despierta y en conjunción vital con la naturaleza de las cosas y el drama humano que se vive en cada latitud.

La justa valoración de sus sobresalientes dotes de pensador sobre la realidad nacional y de escritor le llegó desde el primer libro titulado CUESTIONES EDUCACIONALES (Quito, 1932), en las palabras proféticas , entre otros, de Víctor Mercante, el fundador de la Pedagogía Científica en la Argentina: “Saludo en Ud. a uno de nuestros fuertes. Tiene por delante cincuenta años de acción y su soplo constructivo, no me cabe la menor duda, será fecundo para su país y los demás americanos.”

Esta innata capacidad pedagógica le llevó a iniciar la reforma de la educación ecuatoriana desde el nivel inicial como director de la escuela de niños pobres, la “SIMÓN BOLÍVAR”, que por su acción secundada por su hermano Gerardo, destacado sicólogo y un grupo selecto de maestros, la convirtió en experimental y la mejor de la ciudad Capital, comenzando con su generosa acción desde el diario EL DÍA para lograr el reconocimiento legal y la correspondiente manutención de niños concebidos fuera del matrimonio hasta descubrir y alentar vocaciones como lo recordaba el pintor de fama mundial, Oswaldo Guayasamín, al enterarse de su fallecimiento:

“Guardo un gratísimo recuerdo del Profesor Dr. Julio Larrea, quien ejercía la Dirección de la Escuela Simón Bolívar de Quito, una de las tantas donde fui a parar porque mi dedicación estaba volcada al dibujo y a la pintura y no me interesaba nada más. Mi madre me matriculó en ese plantel, en sexto grado, requisito que había que cumplir para ingresar a la Escuela de Bellas Artes. Mi padre era muy duro e intransigente y se oponía a mi vocación. Como yo era un niño de 11 años no podía decidir por mí y allí fue que intervino con gran eficiencia don Julio Larrea quien convenció a mi madre para que me matricule en Bellas Artes por encima de la oposición de mi padre, aseverando que mi destino era ser pintor. Esa ayuda fue determinante para mi vida.”

En 1933, estando desempeñando la Dirección de Educación de la Provincia de León – hoy Cotopaxi – fundó NUEVA ERA, para “que el maestro mismo explique sus inquietudes, dé vuelo a sus anhelos y se constituya en unidad de vida y de trabajo. NUEVA ERA no es sino uno de los números de un plan de reforma, trazado en las escuelas y para las escuelas.” Este plan de reforma concebido por Larrea centra su acción en el niño como elemento vivo en la incorporación de sus padres a la labor reformista de la escuela, proceso conducido por” el maestro que socializa el pensamiento y el método de la docencia activa”

NUEVA ERA creció hasta convertirse en Revista Interamericana a partir del número diez (segunda época), en 1941, y ser publicada estando su Director como Profesor pleno, en las Universidades de México, Chile, Argentina y Brasil. Así el número trece, en 1944, fue publicado con los auspicios de la Secretaría de Educación Pública de México. El catorce, en 1945, por la Universidad de Chile; y, en el mismo año, el quince, en edición bilingüe por los Ministerios de Educación y de Relaciones Exteriores de Brasil. Junto a la colaboración de destacados especialistas nacionales de cada país estuvo siempre la de los más prominentes intelectuales de los otros países del Continente Americano y de Europa. En 1957, el volumen veinticuatro, apareció en la Argentina, con el auspicio de la Universidad Nacional de Tucumán.Todos en volúmenes de 320 páginas.

En la década del 40 varios volúmenes aparecieron también en edición bilingüe –español-inglés – por la gran acogida que tuvo la Revista en los Estados Unidos, país cuyo gobierno y universidades invitaron a su Director en 1941 y 1943. También en 1948 y 1965.A partir de 1945 NUEVA ERA se convirtió en Revista Internacional por contar con una abundante y bien selecta contribución de los más destacados pedagogos, pensadores, sociólogos y representantes de la cultura de América y Europa.
Fue tan alto el nivel alcanzado por NUEVA ERA y tan asombrosa la labor desinteresada de Larrea que solo preparaba cada edición, su circulación y distribución –gratuita fuera del Ecuador – que recibió juicios de los más connotados especialistas como –entre tantos otros – además del de los Organismos Internacionales, el de H. M. Chambers, Presidente del American Council on Education : “NUEVA ERA es la más admirable publicación pedagógica del mundo”, o el de Pedro Roselló, en su condición de Sub-Director del Bureau International de Education :” NUEVA ERA figura, como se merece, en lugar prominente entre las trescientas revistas pedagógicas que recibimos del mundo entero;” o la de Luis B. Prieto, Ministro de Educación de Venezuela : “La generosa labor de NUEVA ERA América agradece. Está contribuyendo a vincularnos en mayor grado que medio siglo de conferencias hispanoamericanas”; o la de Ronald Hilton, de Stanford University(California: “Yo no sé qué sería de Hispanoamérica si no hubiese más que política, si faltaran esos individuos quienes, como Julio Larrea no dejan apagarse el fuego sagrado de la cultura. Lo felicito de todo corazón por la labor individual, heroica, que está realizando. Es desgraciadamente típico de las cosas culturales que sean producto de un solo hombre creador sin el cual no podrían continuar y de hecho no continuarían”. En LECTURA PARA MAESTROS, órgano de la Unión Americana se la calificó como “Tribuna de los líderes de las educación contemporánea de esta , inigualada publicación”. Lorenzo Luzuriaga la calificó como “La única revista pedagógica legible en lengua española”.M.A. Texeira de Freitas se pronunció en estos términos:”Expreso la admiración y el inmenso aprecio que se merece la nobilísima vida de Julio Larrea, como sociólogo, publicista y educador, tanto por su iluminado idealismo como figura humana y ciudadano de América. Y más todavía por la significación trascendente de la obra inmensa e inexplicable que viene realizando el incansable Director de NUEVA ERA, en pro de la educación , de la justicia social y de la fraternidad de nuestro Continente.”Para Elsa Bergamaschi, Presidenta de la Liga Italiana para la Nueva Educación, “NUEVA ERA es la mejor revista pedagógica del mundo. Está hecha de tal modo de constituir el órgano más completo de la unión pedagógica de educadores y países.”

En 1942 NUEVA ERA recibió el Primer Premio en Cuba, entre 1711 publicaciones del mundo entero. Por su ciclópea labor en la publicación de esta Revista, el pensador Juan Roura Parella, lo definió como
“El hombre de la nostalgia de la unión americana”

La autoridad moral, intelectual y pedagógica de Larrea llegó a ser tan altamente valorada y reconocida que el Director General de la UNESCO, el Dr. Julian Huxley, en 1948, lo invitó personalmente para desempeñar la importante función de Consultor General del Seminario Pedagógico Mundial , reunido en el verano de dicho año en Ashridge, Inglaterra.

Luego de la publicación , en 1939 , de su libro PROBLEMAS DE LA EDUCACIÓN ECUATORIANA, como fervoroso defensor de los principios científicos de la educación activa que llevó a la práctica con gran éxito en la escuela SIMON BOLIVAR, de Quito, produciendo una auténtica reforma educativa de carácter nacional y donde descubrió y alentó vocaciones siendo el caso más notable el de Oswaldo Guayasamín, pintor de prestigio mundial, expuso sus vastísimos conocimientos y su rica experiencia que se acrecentó con su contacto con la educación de los Estados Unidos, como invitado especial por la América Latina de la “American Progressive Education”, en 1941, a la Conferencia sobre la Nueva Educación, reunida en Ann Arbor (Michigan), y en 1943, por el Departamento de Estado para observar los problemas educativos ajustados a la situación de guerra, así como con la educación mexicana en su proceso renovador en objetivos, procedimientos y técnicas, invitado con el cargo de técnico por la Secretaría de Educación Pública, en su libro LA EDUCACIÓN NUEVA, cuya primera educación apareció en Quito, en 1951. Este libro consagró definitivamente la gran autoridad de Larrea en la Pedagogía mundial ya que es el único en español que aborda tan grande número de asuntos así como el sentido crítico de tendencias, corrientes y escuelas basado en un análisis pormenorizado, completo y equilibrado, según juicios de América y Europa. Fue adoptado como obra de consulta en numerosas universidades e institutos superiores en ambas Américas y traducido al inglés, francés , portugués y japonés.

Por su invalorable contribución a la educación activa en el mundo fue nombrado Presidente de la “New Education Fellowship” en el Ecuador con sede central en Londres.

En 1957, estando contratado como Profesor Extraordinario por la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, apareció en México, su obra cumbre, su DIDÁCTICA GENERAL ( Herrero, México, D. F. , 450 p.), calificada por el crítico español Julián Caparrós Morata , como una obra “ que marca época en la historia pedagógica en lengua española. Obra impar , no superada y difícilmente superable. No sólo por la temática que nutre sus densas, enjundiosas páginas; no sólo por el sistema y rigor del enfoque y tratamiento; sino por el espíritu humano que vivifica temática y técnica, raíz y copa, arranque y meta.” Además de una sólida fundamentación del método y del análisis de formas y sistemas de enseñanza trata temas que jamás lo fueron antes como la interdependencia y autonomía de la lógica y la sicología en el campo de la Didáctica, la importancia de las memoria y de la atención en el aprendizaje; la motivación y el aprendizaje; el principio de unidad de la Didáctica; Pedagogía Experimental; fundamento científico y artístico de la lección; autocrítica de la lección y vitalidad de la práctica de la enseñanza.

Larrea preconiza la escuela del esfuerzo basada en el interés auténtico: escuela que prepara para la forja de un mundo nuevo: escuela heroica. Característica de toda su obra fue la de establecer la interdependencia de las disciplinas en el hecho pedagógico. La necesidad de establecer la estrecha relación entre cerebro, corazón y manos. Entre la idea y la práctica. Entre el ser y el deber ser. Por primera vez, con esta obra , se establece un reflexivo enlace entre la Didáctica del siglo XIX y la del XX. No concibe el proceso educativo sin un ambiente de libertad. Libertad –derecho y libertad-deber. Libertad para los alumnos y de los pueblos que “implica, la necesidad de maestros libres de todo subyugamiento y esclavitud”.

En 1960 se publicó su DIDÁCTICA DE LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLAS (UTEHA. México. D.F. 450 p.), en colaboración con Elba A. Martínez. Es ésta, hasta hoy, la única obra orgánica en la materia, ampliamente consultada en los países hispanoparlantes y en universidades de los Estados Unidos de América.

En su país, Larrea llegó temprano a los más altos cargos de la educación. Fue Director o Decano del Instituto Pedagógico de la Universidad Central del Ecuador. En el Exterior, además de su docencia en las UNAM, en 1944 y 1961, en la Universidad de Chile, (1944 y 1966); en la de San Pablo y Río de Janeiro (1945), en las de Buenos Aires y La Plata (Argentina), 1945 y 1967, lo hizo también en la de Panamá (1954); en las de Londres y París (1954 –55). En 1965 fue invitado por la Universidad Central de Venezuela. A partir de 1961 fue nuevamente Profesor Visitante.

Murió en Tucumán, el 18 de agosto de 1987. Sus restos fueron repatriados por la Presidencia del Ecuador y reposan a perpetuidad en la Cripta de la Dolorosa de San Gabriel, en Quito.

Fue por muchos años el colaborador permanente por la América Latina del WORLD YEARBOOK OF EDUCATION (publicación conjunta de las Universidades de Londres y Columbia); también de EDUCATION AND SOCIETY (Tifflin, Ohio); COMPARATIVE EDUCATION REVIEW ( Teachers, College, New York). En la primera de estas publicaciones así como en CUADERNOS AMERICANOS (México, D.F.), escribió ensayos de treinta páginas, muy celebrados por sus editores y lectores.

Sus otros libros tratan los siguientes temas: PROBLEMAS DE LA EDUCACIÓN ECUATORIANA(1939); PROBLEMAS DE ADMINISTRACIÓN Y ORGANIZACIÓN ESCOLAR (1944); TENDENCIAS DE LA EDUCACIÓN LATINOAMERICANA (1949); LA INVESTIGACIÓN OBJETIVA DEL TRABAJO ESCOLAR (1954 y 1967); LA CLASE EN ACCION (1954); LA EDUCACIÓN EN LOS ESTADOS UNIDOS (1960); AIMS AND PROBLEMS IN LATIN-AMERICAN UNIVERSITIES (1959); THE GIFTED STUDENTS AND THE PROMOTION OF A NEW WORLD (1962); THE EDUCATION AND TRAINING OF TEACHERS IN LATIN-AMERICAN (1963); LA PEDAGOGÍA DE LA IGUALDAD Y LA PEDAGOGÍA DE LA DESIGUALDAD (1964); LAS PRUEBAS, LA PROMOCION Y LA EVALUACIÓN ESCOLARES (1968), etc.. Publicó unos cinco mil artículos.

Por su labor a favor de las integración cultural americana, reconocidamente desinteresada , fue nombrado MIEMBRO DE HONOR DE LA LIGA DE DERECHOS HUMANOS DE GINEBRA.
Su biografía consta en EL LIBRO DE LA CIUDAD DE SAN FRANCISCO DE QUITO (1950), en LEADERS OF EDUCATION y WORLD LEADERS OF EDUCATION.

1 comentario:

Legacy dijo...

Julio Larrea, no sólo se destacó en el campo educativo, dando un giro extraordinario a la metodología de la enseñanza, la cual fue reconocida con mas fuerza en el extranjero más que en su propia patria.

Su mayor triunfo se reflejó en su hija Magnolia. Ya que con la sabiduría de Dios Julio y su primera esposa, Beatriz Baquero cosecharon lo mejor de su trabajo como padres, haciendo de Magnolia una mujer integra, y una madre extraordinaria. Para Julio, su hija siempre fue lo primero; su razón de vida, y es así que tras el fallecimiento de ella, Julio falleció dos meses después. Una pérdida irreparable.

Su legado de sangre continua, quienes con amor y orgullo los recuerdan ya que han dejado una herencia de Amor.